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jueves, 25 de agosto de 2016

Fantasía material

¿Que es la realidad sino una fantasía llevada al plano físico?

Muy pocas personas nos llevamos preguntando eso un tiempo. Aún de esas personas, muy pocos han llegado, o creen haber llegado, a una respuesta.

Una respuesta que, temo, sea errónea.

A lo largo de mi vida se me han vendido historias de gente tachada de delirante. Locos en el peor caso, tontos chapuceros en el mejor. El que no pocas personas supiesen manifestar creacionea titánicas nacidas de la fertil mente de un hombre muerto no necesariamente implica que sean los genios tras sus creaciones. De no haber creado Herón sus primeros autómatas, la robótica, la neumática, no hubiesen seguido su marcha. Sin un Julio Verne, numerosas máquinas de guerra se quedarían en los bocetos de numerosos ingenieros.

Muchos tienen un falso sentido de comunidad, pretendiendo construir un mundo mejor para los comunes mientras buscan que su nombre brille con letras doradas en la Historia. Otros, nos recriminan por el universal acto de tomar las comodidades y lujos que se nos brindan sin cuestionarnos el por qué de las comodidades. ¿Los menos? Son obligados a callar y obedecer mientras sus mecenas se llevan los laureles y la inmortal gloria sin apenas mover un dedo si no fue para pagar por ello, por los sueños de sus empleados y los de aquellas mentes, réquiem de soñadores de eras pasadas.

Nos dicen que no hay mejor sueño que aquél que se realiza. Si es cierto eso, recuerden que las pesadillas son sueños, como escribió Oscar Wilde. Y, muy a mi pesar, éste tiempo he visto los peores y más enfermos sueños hacerse una cruel realidad.

Después de todo, ¿No es la realidad un sueño que podemos manipular? O, mejor dicho, ¿Que es la realidad sino una fantasía llevada al plano material?
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Siento haberlos tenido tan abandonados, gente. He tenido bloqueos, y he dejado muchos relatos en pendiente. Algunos no valían la pena, otros los dejé en hiatus. Cosa que no me gusta nada como intento de escritor.

¿Quieres pasar a mis redes? ¡Adelante! Son muy bienvenidos.

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http://www.facebook.com/samueljulian

Espero que nos leamos pronto, amigos míos.

Sam.

miércoles, 16 de diciembre de 2015

El terror del pesar

La desgracia cae mientras yo bebí aquel trago amargo,
los recuerdos de mi corazón se han vuelto fríos
y los pesares se apoderan de mi furia y el cargo
que nunca soñé entre los helados ríos.

Mi acero se hiela por culpa de mi ineptitud;
en el alba engañado se me burla el placer
de despertar con mi talega de cebada y mi actitud
cuando el invierno empieza justo a caer.

Las memorias de mi pasado no son nada junto al tiempo;
el decir que ahora estoy en un sueño
es más de lo que puedo decir de lo que rompo
en medio de la pesadilla que enseño.

Aré mi terror en medio de la tez clara del lago
mientras mi pesadilla refulge de dolor
en la mitad de una tempestad de fango
durante la tormenta fehaciente del ardor.

viernes, 30 de octubre de 2015

Blue Hood

Dicen que Blue Hood (Capucha Azul) era una joven retraída. De esas chicas que ostentan un muy bajo perfil social, pero demuestran un coeficiente elevadísimo. Podía igual resolver un examen Senior prematuro para entrar en Yale o Harvard en menos de hora y media que construir en un fin de semana dos casas móviles individuales para los necesitados.

El amor no le interesaba, y la gente en su escuela solo le llamaba Blue Hood por su vestimenta. No importa que vistiera ropa deportiva, fuera a un funeral o a una boda en casa de parientes que residen en Atlanta, siempre lleva encima una sudadera, un chal o una chaqueta en distintos tonos de azul. No le gustaba conversar por matar el tiempo, y entre la escuela, un aburrido trabajo en una sex-shop del centro de Stockton, CA (su hogar) y el relativo cielo que era su casa, no le quedaba tiempo para ella misma.

Pasaron semanas desde que presentó el examen de admisión prematuro a Yale cuando su vida dio un giro de 180°, pues conoció a Evan Flanaghan. Este Evan era un tímido chico que provenía de una familia descendiente de irlandeses, hijo de un comerciante y una bien reputada mujer hija de chicanos de 8va generación.

Cada que podía, Blue Hood le invitaba a su casa y empezaron a tener una relación, misma que su madre no veía con buenos ojos. Que su hija tuviese novio pudo aceptarlo. Pero ¿Permitirle tener hijos de sangre demasiado mezclada, pequeños niños que serían mezcla chicana, irlandesa y anglosajona?

A partir del 7mo. mes de relación, justo en Noche Vieja, los noticieros matutinos daban cuenta de una fuga en la prisión de San Quintín. Tres violadores y un asesino habían escapado del ala de Máxima Seguridad de dicho centro penitenciario, pero los perros no lograban dar con los rastros de cada uno. En la tarde, se notificó que dos de los violadores y el asesino fueron hallados muertos, y el tercero ya era buscado por gente del FBI.

La familia Flanaghan, ajena a estos sucesos, había invitado a Blue Hood a una cena de Año Nuevo en su negocio, una tienda de 24 hrs sobre Main Street. Ella aceptó, a condición de que ella pudiera llevar a su madre. Encantada contra todo pronóstico, ella aceptó, siempre y cuando no cocinaran cerdo, pues no le gustaba tanto porque no era judía, sino que, simplemente, no era de su agrado.

Ya mediaban las 11 de la noche cuando, a la puerta de la tienda, llegó un sujeto pidiendo unos condones, una botella de licor y unas aspirinas. Amablemente le dijeron que no podían darle lo que pedía, pero que podía pasar y tomar algo.

En el momento justo de empezar las campanadas, saciados todos y dispuestos a la cuenta regresiva, el sujeto sacó un cuchillo terriblemente afilado, con señas de haber sido utilizado poco rato atrás. Y brillaba en rojo con cada atroz dentellada que él comenzó a asestar. Evan, fulminado por un rápido corte, echó una última mirada a su pareja, mientras una gota de su sangre caía en su rostro.

Blue, en un acto totalmente incomprensible en cualquier circunstancia, empezó a perder la cordura. La sangre de Evan, la de su madre y la de un empleado tiñeron de rojo su rostro. De un momento a otro sujetó un cuchillo y dibujó una serie de simbolos.

Saciada la sed de sangre del sujeto, quiso saciar su lujuria. Y la única superviviente, la única persona que quedó con vida, era Blue Hood.

A la mañana siguiente los noticieros dieron cuenta de un hecho sin precedentes en toda California. El violador fugado de San Quintín fue hallado muerto junto a una veintena de cuerpos, anunciaban los medios informativos.

La Unidad de Análisis Conductual clasificó las grabaciones del circuito cerrado, pues en ellas algo andaba muy mal. Había 21 cuerpos. Y una sobreviviente que exhibió un papel escrito con sangre frente a la cámara del vestíbulo antes de apagar todo y marcharse en medio de una tormenta de nieve. La nota decía:

LA MUERTE LLEGA ENVUELTA EN UN MANTO. Y LA CAPUCHA AZUL DEVELARÁ EL PRECIO DE TU LOCURA.

Semanas después una niña fue brutalmente violada, torturada y asesinada. La camara que la niña llevaba fue el único testimonio. El mismo papel de aquella noche mortal fue mostrado a la cámara, pero Blue Hood mostraba un corte en el cuello que era mortal.

Muy a su pesar, los padres de la niña dijeron que ella quiso dibujar un círculo con los mismos símbolos que había en la escena del crimen. Y la misma disposición del cuerpo del violador fue en la que aquella infeliz criatura fue colocada de manera burlesca.

Por ello, la chica de la capucha azul es tenida por un verdadero demonio. Un demonio sediento de las necesidades y vicios más perversos que nadie puede imaginar.

Arte por Toonshaz. Para contactarla, sus redes:

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martes, 22 de septiembre de 2015

Garras

Cuando las montañas eran jóvenes, los bosques vírgenes y las llanuras rebosantes de vida estaban, las aves empezaron, su torpe andadura primero y algunas a volar después, su historia.

No es una historia de amor, ni de misterio. Porque las aves voladoras no piensan igual que nosotros. Piensan, pero al volar muy alto su imaginación y sus peculiares estilos de vida no les permiten pensar de formas que el ser humano cree convencional.

Cierto día, una ave de rapiña, nombrada por los hombres de ciencia caracara, se quiso alejar de sus congéneres. Su plumaje, blanco veteado con pardos, grises y negros, y su pico, de un vivo tono anaranjado y rematado en azul, le avergonzaron frente a águilas, halcones, gavilanes y milanos. Esas aves, vanagloriadas y pagadas de sí mismas por sus brillantes pardos, amarillos y blancos veteados, eran la veneración del hombre.

Fastidiada de ver tanta vanagloria, El caracara reunió a cuantos le fuesen parecidos a él y se retiró. Rehuía de cuanto animal que no le fuese comida se encontrase. Buitres, milanos, azores, águilas, halcones... a su paso todos se burlaban o les temían. Y, sin embargo, nadie admiraba la verdadera grandeza de su aspecto. Todos se tomaban unos minutos de su faena diaria solo para cotillear de ellos y soltar grandes risotadas. Eso causó que fuesen celosos incluso entre ellos.

Un día, un pintor quiso buscar una excusa perfecta para honrar a cuantas aves existiesen en el cielo que le parecieran hermosas. Todo género de avecillas se le acercó cantando y gritando "¡Mírame! ¿Mi plumaje es hermoso?" "¿No crees que mi voz es un coro de ángeles?" Las rapaces, con garras por cuchillas, exigieron a voces que fueran las primeras. Pese a ser majestuosas, veloces o de hermoso plumaje, el pintor no creyó que fuesen dignas. Despreció a los buitres, por ser sucios carroñeros. Y, en respuesta, todas se fueron ofendidas. Todas menos un solitario caracara que se separó del grupo, rezagado. "¡Qué hermosa ave! Y está sola", dijo para sí. Buscó y, pocos días después, encontró al mismo ejemplar al que, sin pedir permiso, decidió retratar.

Éste, ofendido, convocó a sus hermanos y hermanas. Nadie acudió a su deseo de ir en pos del pintor, pues se maravillaron de ver que un humano les tomaba la atención que ellos merecían. Todos tomaron la resolución de partir en todas direcciones para demostrar a esas aves diurnas pagadas de sí mismas que, si ellos se lucían, dos o más podían jugar el mismo juego.

viernes, 18 de septiembre de 2015

Lagunas del universo

Deja correr tus impalpables lágrimas,
pues no tendrán desagüe que las retenga
mientras el camino de las ánimas
siga sin nadie que poder tenga.

Tus súplicas no pueden frenar
aquello que es inalienable
mientras esperas el juicio a ganar
frente a los dioses de lo inexorable.

Debes comprender esto, mortal:
tu vida es simple y vana
mientras luches contra tu moral.

Nunca intentes suplicar lo inaplicable,
pues tu sentencia sea viajar en vano
por tu furia implacable.


miércoles, 9 de septiembre de 2015

Màs allà de las estrellas

El suave, fino y delicado velo 
de nuestra madre argenta 
en acompasado andar del anzuelo 
sobre la estela del camino alienta 
con raudo viento el sutil consuelo 
de aquellos cuya labor les reinventa. 

Mientras nos entonamos dulces cantos 

en profundos sueños y sórdidos lugares 
a donde el sol no teme llegar en aspavientos 
ha de acudir en fatuo velo desde oscuros lares 
cuando el gentío deja de estar como andantes 
perdidos en la vereda de los rumbos siniestros. 

Vivo por quien sigue una suave estela de platino 

y una trémula luz de brillante plata 
entre las insomnes estrellas en un velo ínfimo 
de radiante fulgor ante toda esperanza rota. 

Una silenciosa velada entre miriadas 

de aquellos delicados y celestes joyeles 
mientras nosotros dormimos como las hadas 
andan entre nuestros asuntos cuan hijos de reyes.



Éste poema fue de mis años de estudiante. Ojalà lo disfruten.

lunes, 7 de septiembre de 2015

Danza del eclipse

Hace mucho tiempo, dos personas murieron. Su mundo en la eterna oscuridad yacía sumido tras el colapso del primer sol y la primera luna.

 Ella era una pobre lechera, siempre anhelante de los placeres que él, un rico y generoso mecenas de un joven orfebre, desdeñaba. Y sin  haberse conocido hasta el final, danzaron cada quien por su lado años enteros, buscando el solaz que el eterno descanso prometía.

Ella se había vuelto un arrogante rayo de sol, alegre, distante y terrible que evitaba toda compañía. Áureo su vestido, de plata sus cabellos y, en sus brazos, danzarines cascabeles que destellaban un reflejo carmesí al atardecer.

Él, por su lado, se convirtió en un humilde rayo de luna. Cuando los campesinos vieron lo errático que era, le dieron numerosas prendas. Un manto negro cuando debía ser era de recogida, adornos de plata en brazos y piernas que anunciasen su proximidad y una capa, también argenta, cuando la siembra llegar deba. Aparte, le concedieron a ese atuendo el don de enrojecer cuando el mundo en reflexiones embebido no estaría, escarlata como la sangre.

Cada cierto tiempo, él la contemplaba. Primero con desprecio, luego con intriga. A la par, ella le deseó, pero al ver la pobreza de su atuendo, se rió de él y quemó sus galas apenas el primer acercamiento. Tal fue su dolor al conocer sus propios sentimientos que se arrepintió.

Pero el daño estaba hecho.

Entonces, ella descargó su ira con la humanidad. Secó ríos y lagos volviéndolos desiertos y ciénagas, asoló campos de cultivo e incendió bosques, selvas y poblados, aterrando a los pobres hombres y mujeres que antaño le hacían ofrendas por su belleza y su divinidad.

El único consuelo que la humanidad tenía era siempre el ocaso, cuando las inmortales estrellas y el rayo de luna danzaban al compás, convocando por momentos la lluvia que el mundo y la humanidad tanto necesitaban. Los altos sacerdotes le imploraron que hiciese algo, y los reyes de los hombres y las mujeres le reclamaban por sus abandonos.

Lejos, el ahora viejo orfebre logró hablar con el rayo de luna sin saber quien fue antes. Suplicó, con lágrimas en los ojos, la ayuda que todos necesitaban. Describió, con desgarrador llanto, como su buena mujer murió en brazos de su hijo menor a causa de un incendio causado por el sol. Contó y lamentó el día que una lechera rehusó pagar un sencillo adorno de cobre y como su amigo y patrocinador le pagó dicha pieza. El rayo de luna pidió ver la joya, y, en el acto, la convirtió en un hermoso collar como nunca se había visto en el mundo. El orfebre, maravillado, preguntó quien era en realidad. El solo dijo:

-Descansa, viejo amigo. Tu tarea quedará pagada por siempre. Duerme ahora.

En el acto, el orfebre cerró los ojos y cayó sumido en un profundo sueño.

Mientras, el ardor de la Dama del rayo de sol quemaba un bosque cercano a la montaña donde trabajaba el hijo del orfebre extraía la materia prima del oficio de su padre. No tardó el rayo de luna, navegando sobre los cielos en el navío que era ya la luna, en llegar y acercarse a la Dama.

-Te negaste a pagar una joya hace tiempo. Ahora la portarás el resto de tu vida.

La joya oscureció y calmó el furor del rayo de sol, y se maravilló al ver que la misma joya que no quiso pagar le era ofrecida como un ruego de paz para la humanidad. Ya no de cobre, sino de refulgente plata con una piedra roja engarzada recién. La cadena, de filigrana de oro, estaba tan intrincadamente trabajada que no sabía a ciencia cierta donde empezaba y donde acababa.

Enternecida por semejante regalo, decidió rechazarlo. No por falta de interés ni por desprecio al joven rayo de luna, sino por amor. Empero, él le rogó que, cuando ambos decidieran reencontrarse, ella lo usase como insignia de reconocimiento. De igual manera, ella le hizo prometer que, cada vez que él se sintiera solo, usara aquél manto rojo con el que él quiso acercarse la primera vez.

Por ello, cada vez que el joven rayo de luna deseaba acercarse a su ocasional acompañante, ella se colocaba la joya y le permitía seguirlo en su navío. Y él vestía de escarlata toda vez que se sentía solo.